El autor de esta sección nos presentará de una manera clara y bien sustentada dos aspectos fundamentales en la misión de la Iglesia, la evangelización y la catequesis. Profundizará en la relación y diferencias entre estas y la importancia que tienen en la vida y el desarrollo de la Renovación Carismática Católica. También desarrollará un proceso claro de cómo sucedió la evangelización en el principio de la Iglesia, sus portadores, sus elementos, los retos que enfrentaron y los frutos de sus trabajos. Finalmente presentará la necesidad que existe de una continuación en el proceso de conocer y profundizar las verdades de la fe que nos fueron presentadas en ese primer encuentro evangelizador.
José Juan Valdez, posee una Maestría en Artes. Actualmente se desempeña como Director del Ministerio Multicultural en la parroquia San Pablo Apóstol de la Arquidiócesis de Galveston – Houston. Así mismo, colabora en la Arquidiócesis facilitando talleres de liderazgo para la oficina del Ministerio Hispano y enseñando clases de Biblia y Teología para laicos. En la Renovación Carismática Católica a nivel nacional es el Representante de la Región 7.
Esta serie de artículos que hoy comienzan, forman parte de un esfuerzo honesto de presentar por medio del internet una formación para la Renovación Carismática. Me honro en ser parte de esta iniciativa y pido a Dios que bendiga lo que hoy iniciamos, que la luz y la fuerza del Espíritu Santo unjan nuestro trabajo para que sea de mucha ayuda y produzca frutos en abundancia para la Gloria de Dios y la extensión de su Reino en la tierra. A su servidor, le tocará compartir en el área de la evangelización y la catequesis.
En este primer artículo pretendo presentar de una manera clara y sencilla a que nos referimos cuando hablamos de EVANGELIZACIÓN. Pues, a través del tiempo en el que Dios me ha permitido estar en varias conferencias, o haber leído libros y artículos no solo acerca de la fe, sino también de índole secular, me he encontrado que en algunas ocasiones tristemente al presentar un tema, se habla de muchas cosas menos concretamente del tema en sí. Es por eso que, aquí encontrarás una definición tanto nominal como descriptiva, basado en algunos documentos importantes que se refieren a uno de los temas centrales de esta sección… La EVANGELIZACIÓN…
Sin más… ¿Qué es pues la evangelización? La palabra evangelización viene del griego koiné ευάγγελος (eu-angelos), que significa dador de buenas noticias y se refiere directamente al agente. El verbo ευαγγελιζω (eu-angelizo) dependiendo del tiempo en que se conjugue variará, pero en sí mismo se refiere a la acción de “dar buenas nuevas.”
Luego entonces, y de acuerdo con la encíclica de Juan Pablo II Redemptoris Missio (Diciembre 7 de 1990): La evangelización no es otra cosa que hacer partícipes a otros de la Buena Noticia que nos trajo Jesús de Nazaret. O si preferimos, cumplir el mandato de Jesús a sus discípulos antes de la Ascensión: «Vayan, y hagan que todos sean mis discípulos…» (Mt. 28,19). O en palabras de Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (8 de diciembre de 1975): “Evangelizar significa llevar la Buena Nueva de Jesús a cada situación humana y buscar la conversión de los individuos y la sociedad por medio del poder divino del Evangelio mismo. La esencia del mensaje está en la proclamación de la salvación en Jesucristo y la respuesta de una persona en la fe, que son, ambas, obras del Espíritu de Dios.”
El número 11 del Documento de los Obispos de los Estados Unidos USCCB “Vayan y hagan discípulos” nos dice que la evangelización debe estar siempre unida directamente al Señor Jesucristo. “No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”. O en las palabras de Benedicto XVI acerca de la Evangelización: “El anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden ofrecer a toda persona y a todo el género humano”.
Luego entonces, la evangelización es la buena noticia de ese Jesús que padeció, murió y resucitó por nosotros, la buena noticia de que Jesús está VIVO como lo proclamó por todos lados su servidor, el padre Emiliano Tardiff; y al que todo cristiano y de una manera muy especial tu hermano de la renovación, por el mero hecho de ser bautizado, estás llamado a proclamar a los cuatro vientos… DTB!
Hola una vez más… Espero que este proyecto de formación que hemos iniciado vaya creciendo y produciendo frutos permanentes y duraderos en nuestra Renovación Carismática y en general en todo cristiano.
En el primer artículo hablamos de un elemento básico y esencial de la vida de la Iglesia, la Evangelización. Nuestro artículo en esta ocasión nos presenta otro elemento que tampoco puede faltar, LA CATEQUESIS.
Me gustaría que iniciemos pensando que pasa en el plano meramente biológico, un recién nacido no se satisface con la vida misma, aunque esta es ya una gran bendición, es necesario alimentarla para que se desarrolle y tenga la fuerza necesaria para más tarde sea capaz de transmitirla a otros más. Lo mismo sucede con la vida en el Espíritu: El infantilismo espiritual conduce a una anemia, un debilitamiento que termina en la misma muerte. Una plantita nueva necesita ser regada y abonada para que produzca abundante fruto. Así, el neo-evangelizado no se satisface con esta nueva vida qué, sin dejar de ser un gran comienzo, sólo ha cumplido con la “iniciación”, es necesario un proceso que le ayude a crecer y perseverar en el nuevo camino que ha emprendido. A este proceso la Iglesia le ha llamado por muchos siglos: CATEQUESIS. Pero a qué nos referimos concretamente cuando hablamos de catequesis.
Catequesis viene del vocablo griego κατηχισμός, (catejismós) que a su vez se une a la raíz del verbo κατηχεῖν (catejein) que significa instruir, enseñar y es a menudo la continuación a un momento de iniciación. Esta acción se remonta al origen mismo del cristianismo, completando la doctrina transmitida en primer lugar por el kerigma, y, durante los primeros siglos, especialmente en la época de los Padres de la Iglesia, constituyendo la doctrina fundamental sobre la que se edifica la homilía, de un carácter más especulativo y espiritual. La catequesis es profundizar en el mensaje evangélico para educar la fe.
Educar, a su vez, es buscar hacer crecer la semilla que Dios depositó en el alma el día del Bautismo, mediante tres aspectos importantes: Entendimiento (acto de inteligencia), pero nunca podemos llegar a abarcar totalmente la grandeza infinita de Dios. Aceptación (acto de voluntad), después, la voluntad decide si acepta o no los datos que ha recibido la inteligencia. Gracia de Dios, como la voluntad no recibe con total seguridad sobre cuanto le presenta la inteligencia, necesita la ayuda de la gracia para aceptar lo que está más allá sus posibilidades. Esto nos llevará a alcanzar ese hombre maduro del que habla el Directorio Catequista General emitido por la Congregación para la Doctrina de la Fe: El hombre maduro en la fe conoce el misterio de la salvación revelado en Cristo y los milagros y hechos divinos que prueban que este misterio se realiza en la historia humana. Por tanto, no basta que la catequesis excite solo una experiencia religiosa, aunque sea verdadera, sino que debe llevar a percibir poco a poco toda la verdad del plan divino, enseñando a los fieles a leer las Sagradas Escrituras y a conocer la tradición. La Renovación más que nunca, necesita “hombres maduros” en su fe, felicidades, estas en camino. DTB
3.La Evangelización y la Renovación Carismática
Como lo mencioné en el primer artículo de esta serie y citando Redemptoris Missio de Juan Pablo II (Diciembre 7 de 1990): La evangelización no es otra cosa que hacer partícipes a otros de la Buena Noticia que nos trajo Jesús de Nazaret. O si preferimos, cumplir el mandato de Jesús a sus discípulos antes de la Ascensión: «Vayan, y hagan que todos sean mis discípulos…» (Mt. 28,19). O en palabras de Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (8 de diciembre de 1975): “Evangelizar significa llevar la Buena Nueva de Jesús a cada situación humana y buscar la conversión de los individuos y la sociedad por medio del poder divino del Evangelio mismo. La esencia del mensaje está en la proclamación de la salvación en Jesucristo y la respuesta de una persona en la fe, que son, ambas, obras del Espíritu de Dios.” En la Renovación Carismática se ha tomado muy en serio esta tarea en nuestros días, al punto que no se puede hablar de tal sin relacionarla con esta tarea tan importante y esencial de la Iglesia. Aunque la evangelización ya en la práctica se aplica de muchas maneras y en la renovación casi todos y cada uno de sus medios tienen un toque evangelizador, es mediante el Curso de Evangelización Fundamental, que se pretende llevar a las personas a un encuentro vivo con Jesús y a una adhesión explícita y personal con Él.
A través del tiempo, este momento crucial en la vida de los cristianos ha sido llamado de diferentes maneras y presentado con diferentes metodologías, pero con la misma finalidad y esencialmente los mismos contenidos: Curso de Iniciación, por que te inicia a una Nueva Vida y puesto que comprende el anuncio primero del Evangelio, Kerygma, no como enseñanza de carácter doctrinal, sino como una proclamación viva del mensaje de salvación, en un clima de oración y conversión, que conduce a una experiencia personal del amor de Dios; de Jesús, como Señor y Salvador; y del Espíritu Santo, como motor de la vida interior. Para lograr esta experiencia de Dios es muy útil la oración, en que se pide un reavivamiento de la acción del Espíritu Santo, que da una conciencia profunda de la presencia íntima del amor de Dios, que penetra el alma y la transforma, por su acción santificadora en nosotros. Este reavivamiento actualiza en cada uno, con efectos más o menos sensibles y prodigiosos, el don del Espíritu Santo recibido en el Bautismo y la Confirmación. Por esta razón, a este Curso o Retiro también se le ha llamado: Seminario de Vida en el Espíritu, en el cual se recibe el Bautismo en el Espíritu, no como un nuevo sacramento, sino un reavivamiento del poder y la eficacia de los sacramentos de iniciación ya recibidos. El Curso de Evangelización Fundamental puede ser: de un fin de semana (intensivo) impartido por Equipos Evangelizadores supervisados por la Renovación Carismática, con programas cuyo contenido doctrinal esté aprobado por la autoridad eclesiástica competente; o en varias semanas (extensivo) de siete a nueve según la metodología que se siga o considere oportuna, muy a modo de cómo se realizaba al principio y llamado propiamente: seminario de vida en el Espíritu. Cabe señalar que este curso, retiro o seminario, como los demás elementos (medios concretos de la Renovación) no son sólo una riqueza para un grupo reducido (carismáticos), sino para todo cristiano que desee reavivar su fe.
4.La evangelización en la Iglesia Primitiva
En el numero 15 de la Evangelii Nuntiandi encontramos que: “Quien lee en el Nuevo Testamento los orígenes de la Iglesia y sigue paso a paso su historia, quien la ve vivir y actuar, se da cuenta de que ella está vinculada a la evangelización de la manera más íntima…”
Un poquito de historia nos ayudará a entender mucho más y a poner en perspectiva lo que sucedió en la iglesia primitiva respecto a esta misión de llevar a la persona de Jesús. También, iluminará de alguna manera algunos de los retos y las formas de como lo hacemos 20 siglos después.
Algunos factores que favorecieron la difusión del Evangelio fueron sin dudar: a). La llamada “Pax Romana” (un largo periodo de paz impuesto por el Imperio Romano a los pueblos por él sometidos), cincuenta o cien años atrás, la realidad hubiese sido más desafiante y difícil. b). La cultura griega, sobretodo la lengua misma, que era casi universal en el primer siglo; además del pensamiento griego que tendía desde siglos anteriores a extenderse de manera prolífera. c). De alguna manera los cultos mistéricos (individuales y familiares de los Romanos), que favorecieron en tiempos de persecución y que dieron lugar al calendario litúrgico, de manera particular el tener una celebración diferente cada día del año (Santoral). d). Las bondades de una bien establecida religión Judía. También hubo algunos obstáculos que dificultaron la misión evangelizadora de la Iglesia primitiva, a saber: a). El que Cristo fuera piedra de tropiezo, sobre todo para los judíos. b). Diferencias culturales muy notorias de parte de los gentiles en su mayoría (griegos o helénicos). c). Obstáculos en cuanto a los principios éticos y sociales de esos tiempos; entre otros más.
Hay tres términos en griego que nos ayudarán a entender la forma de llevar la Buena Nueva de Jesús en esos días.
· Euangelizomai: es decir, anunciar buenas nuevas, éste era un término que se usó en el Antiguo Testamento, sobretodo en el libro del profeta Isaías y que Jesús hizo propio; el libro de los Hechos de los Apóstoles y sobre todo Pablo en sus cartas lo menciona una y otra vez como esta acción de comunicar la Buena Nueva, que era el mismo Jesús.
· Kerysso: Que se refería concretamente a “proclamar como un heraldo” quien era un enviado del emperador y que generalmente tenía cierta protección; aunque en el sentido cristiano se le dio más énfasis a la forma, al cómo lo hacía: proclamar, gritar, anunciar de viva voz.
· Martireo: Que era más un término legal y hacía referencia a dar testimonio de hechos y acontecimientos con la seguridad de haber estado ahí; algo así como testigos de primera mano.
Algunos elementos que distinguieron a los apóstoles en su misión evangelizadora en el inicio del cristianismo fueron los siguientes: a). El constante llamado a la conversión que hacían un elemento indispensable de su proclamación. b). El llamado al Bautismo (iniciarse). c). El comenzar a vivir una Nueva Vida en todos los sentidos. d). El compañerismo con el que se realizaba esta misión… no había llaneros solitarios. e). El gozo con el que realizaban la misión incluso en medio de las dificultades y la persecución. f). La tremenda y bien probada paciencia que poseían. g). El poder (manifestaciones del Espíritu Santo que les acompañaban), los milagros o señales que iban mano a mano con su predicación. Ahí, quedan estos elementos para considerarlos en nuestra manera de evangelizar hoy en la Renovación Carismática.
Para concluir, no puedo dejar de mencionar al gran San Pablo, como bien sabemos, jugó un papel clave y decisivo, aunque no único, en la primera expansión del cristianismo, por eso encontramos una gran relación entre la misión de Pablo y la de la Iglesia como tal; la tradición cristiana conoce a San Pablo como “el Apóstol, el Evangelizador”.
5.La Renovación y la Catequesis
Creo firmemente que en todo renovado en el Espíritu y en todo católico comprometido con su fe, es indispensable una profundización programada, sistemática y permanente de las verdades fundamentales de nuestra fe, que le ayude a conseguir madurez en su vida cristiana e ilumine su caminar como testigo de Cristo con la fuerza del Espíritu Santo.
El Papa Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, número 44 dice: “A propósito de la evangelización, un medio que no se puede descuidar es la enseñanza catequética…” Así, el neo-evangelizado no se satisface con esta nueva vida qué, sin dejar de ser un gran comienzo sólo ha cumplido con la “iniciación”, se necesita pues, de un proceso que le ayude a crecer y perseverar en el nuevo camino que ha emprendido. No se trata, de otra cosa sino de cumplir el llamado: Alcanzar la estatura del hombre perfecto, Jesús. El crecimiento verdadero consiste en irnos asemejando y transformando cada vez más en imagen de Cristo, según la voluntad del Padre y con el poder del Espíritu Santo. Por ello, es muy importante impulsar un compromiso de buscar una formación permanente, de acuerdo a los carismas de cada persona y a las necesidades de cada comunidad. Esto supone que todo católico debe continuar su formación religiosa toda su vida. Recuerden, nunca terminamos de aprender, si tenemos esta actitud siempre terminaremos aprendiendo. Hasta en los últimos momentos de nuestra vida habrá algo que el Señor nos quiere enseñar.
El Papa Juan Pablo II en la exhortación apostolica Catechesi Tredendae, número 1 afirma que: “La Catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado… Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre, (3) para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo.
La catequesis se compondrá de una serie de cursos que son tomados de la fuente viva de la Revelación, transmitidos mediante la Tradición y la Escritura, Depósito Sagrado encomendado a la Iglesia y que el Magisterio escucha, custodia y explica con el carisma de la Verdad como dice el mismo documento, número 27 “La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia”.
En una reunión que el Papa Juan Pablo II sostuvo con líderes de la Renovación les decía: “En nuestro mundo, frecuentemente dominado por una cultura secularizada que fomenta y propone modelos de vida sin Dios, la fe de muchos es puesta a dura prueba y no pocas veces sofocada y apagada. Se siente, entonces, con urgencia la necesidad de un anuncio fuerte y de una sólida y profunda formación cristiana.” (Discurso del Santo Padre, n. 7: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 5 de junio de 1998, p. 14). Una y otra vez pidió a todos los movimientos, “la madurez eclesial” (ib., n. 6). Y continuó diciendo: “Lo que dije en aquel momento en la plaza de San Pedro os lo repito a todos vosotros reunidos en Rímini: “La Iglesia espera de vosotros frutos “maduros” de comunión y de compromiso” (ib.). Y yo personalmente creo que la forma de alcanzar esto es por un proceso de formación completo, sólido y progresivo en todas las áreas sobretodo en el de la CATEQUESIS… Hay por ahí un dicho popular entre nosotros: “Católico ignorante, seguro protestante” a lo que yo personalmente he agregado “Carismático ignorante… peor la cosa” sabemos de la gran riqueza que ha traído la renovación a la Iglesia, sobretodo en el área de evangelización, de presentar a Jesús de una manera nueva y vivencial… pero también sabemos el gran desafío que tiene delante que es el de cómo llevar a la madurez a aquellos que se han encontrado con Jesús.
La misión esencial de la Iglesia es el anuncio de la Buena Nueva. De ahí que, ‘Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda, como lo menciona Su Santidad Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi. “Como se ha manifestado en muchas ocasiones, la singularidad y la novedad de la situación en la que el mundo y la Iglesia se encuentran, en el tercer milenio, y las exigencias que de ello se derivan, hacen que la misión evangelizadora requiera hoy también un programa nuevo que pueda definirse en su conjunto como ‘NUEVA EVANGELIZACIÓN.’
El núcleo vital de la “Nueva Evangelización” ha de ser el anuncio claro e inequívoco de la persona de Jesucristo, es decir el anuncio de su nombre, de su doctrina, de su vida, de sus promesas y del Reino que Él nos ha conquistado a través del misterio pascual, su Pasión, Muerte y Resurrección.
Dando un vistazo al Evangelio, encontraremos que: El encuentro con el Señor produce una profunda transformación en quienes no se cierran a Él. De esta transformación surge un impulso fuerte de comunicar a los demás la riqueza adquirida en la experiencia de este encuentro. No se trata solo de enseñar lo que hemos conocido, sino también, como la mujer samaritana, debemos llevar a los demás a un encuentro personal con Jesús (a experimentar el gozo de haberle encontrado): “Vengan a ver” (Cf. Jn 4,29). El resultado será el mismo que se verificó en los Samaritanos, que decían a la mujer: “Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste verdaderamente es el Salvador del mundo” (Cf. Jn 4, 42). La Iglesia, que vive de la presencia permanente y misteriosa de su Señor resucitado, tiene como centro de su misión, llevar a todos los hombres al encuentro con Jesucristo.[1]
El ardiente deseo de invitar a los demás a encontrar a Aquel a quien nosotros hemos encontrado, esta en la raíz de la misión evangelizadora que incumbe a toda la Iglesia. [2]
¡La Iglesia de hoy debe hablar cada vez más de Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre; Cristo ha de ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio de la propia vida! La Renovación Carismática de nuestros días debe tomar en serio este llamado… renovar el modo de realizar esta tarea tan importante debe ser una prioridad de los comités en todos los niveles; sé que el Espíritu está moviendo esto ya, dejémoslo actuar; por una evangelización como Dios manda… a trabajar!
[1] Exhortación Apostólica Postsinodal ‘Ecclesia in América’ No. 68
[2] Ibid.